Reajustes en la colaboración con Intel
El Pentágono ha decidido modificar sus planes en un contexto de creciente tensión con China. Inicialmente, se había comprometido a financiar a Intel con 3.500 millones de dólares para la producción de semiconductores de alta tecnología, destinados a aplicaciones de defensa e inteligencia. Este movimiento subraya la importancia crucial de los semiconductores avanzados, no solo en el terreno económico sino también en el militar, especialmente ante la rivalidad tecnológica con China.
El Gobierno de EE. UU. ha sido firme en su estrategia de sanciones contra China, con el fin de prevenir que el gigante asiático se beneficie de los avances tecnológicos occidentales para fortalecer su capacidad armamentística. Sin embargo, la decisión reciente del Pentágono de retractarse parcialmente en su compromiso con Intel, reduce el monto específico previamente acordado. Aunque Intel fue seleccionado por poseer las tecnologías de fabricación de chips más avanzadas en EE. UU., la financiación se ha recortado a 2.500 millones de dólares, dejando un ambiente de incertidumbre sobre el futuro de esta colaboración.
Implicaciones de seguridad y competitividad
Intel, enfrentándose a la competencia de TSMC y Samsung, debe adaptarse a los nuevos retos. Además, se contempla que Intel establezca áreas restringidas en sus plantas para la producción de estos semiconductores sensibles. La preocupación surge en torno a quién asumirá los costos de esta adaptación. Aunque se espera que parte de la financiación provenga de ayudas estatales, la situación todavía está bajo evaluación.
Este cambio ha generado descontento entre otros fabricantes, como GlobalFoundries, que también ha recibido subvenciones y ve con preocupación la preferencia dada a Intel. La contienda entre estas corporaciones refleja la complejidad del equilibrio entre seguridad nacional, innovación tecnológica y competencia de mercado.